Conclusiones del XV Festival Chim Pum Callao

Lectura del exitoso festival salsero

Esta fiesta tiene varias lecturas, todo dependerá del perfil del narrador, de sus demonios y sus compromisos. En esta finca hay escribas y fariseos. Que cada quién se sitúe donde le corresponda. En lo personal, muero en mi ley, intento siempre dejar de lado la crítica fácil y apasionada, ojo... dije "intento". Lo que sí logro es no caer en el insulto y mucho menos en la franela, así me gane ojerizas.

Las líneas siguientes no caerán en el desatino de narrar lo que no se vió. Sin embargo, permítame opinar, porque este blog es precisamente eso, de opinión. Esta vez no hay imágenes, tampoco audio de fondo. Que nada perturbe su lectura.

No asistí porque el menú no me parecía apetitoso. Y no porque tenga paladar fino, ni porque me cuadricule a mis limitados gustos musicales. Sino porque simplemente no me gustó lo que se ofrecía. Tan simple como eso.


Pero esto no es más que una solitaria lágrima en medio de un mar de risas, porque eso fue exactamente lo que ocurrió. Es innegable que la decimoquinta edición del Festival del Callao fue un éxito, no es necesario haber ido para decirlo. Partiendo de la premisa: "salsero es todo aquel que le gusta la salsa", pues todo indica que este año los salseros se hicieron presentes masivamente, en cantidad no vista en sus catorce ediciones anteriores. Esto es suficiente para concluir en el éxito, porque el cartel presentado lo hizo posible. El éxito comercial, entonces, es absoluto.

En lo musical, ya dependerá del gusto y expectativas de cada uno. Personalmente, espero que el año próximo el menú tenga algún plato tradicional. Aunque, si la fórmula presentada el sábado último fue exitosa, quizá no haya nada que arriesgar. Además, si la misma mano sigue meciendo la cuna, a lo mejor esperamos en vano. Mientras esperamos, que cada uno siga con su vacilón. Y si en casa no hay bife, pues a buscarlo afuera...

Chanthony