LA SALSA DE AYER EN EL
PERÚ DE HOY
Una mirada a nuestro
patio
La
salsa de ayer…
La llamada salsa de ayer es, en sentido
personal, aquella que se originó mucho antes de mi nacimiento, incluyendo
precisamente la que literalmente sonó ‘ayer’. Aquella que penetró con facilidad
y sin permiso el Norte y la región latina de América, Asia, Europa y cuanto
rincón registra la historia, desde el más simple y puro sonido del tambor
africano exportado al Caribe e influenciado luego por quienes los historiadores
han sabido concluir.
El eco de esta treintañera fiebre musical
se viene disipando lentamente en muchos lugares donde el común eran nutridas
fiestas interminables llenas de rumba, así como una seguidilla de nuevas producciones
musicales por todo lugar donde se le transpirara, y por qué no el maratónico
circuito musical en el que Fania All Stars arrasara donde el otrora magnate de
apellido italiano pusiera el ojo. Esta es la música sobre la que muchos nos
resistimos a ser testigos de su actual paso lento.
Nuestra Cosa Latina
Hoy, ojeamos el horizonte y la realidad es
distinta en cada esquina, los ritmos emergentes no han desplazado con la misma
intensidad aquella salsa que adorna el titulo. Por ello, sería ligero entrar en
detalles e intentar analizar a profundidad la realidad de otros países. Es aquí
donde deslindo las generalidades precedentes y entro al baile apretando a la
negra.
Salsero es aquel que le gusta la música
latina llamada salsa, cualquier salsa, sin rótulos. De la década que sea.
Entonces, la salsa ha muerto?, no! Tiene menos seguidores?, si!
No es que la salsa haya muerto. Tampoco
agoniza. Hablemos, para ser precisos, sobre la
salsa de ayer pero en el Perú de hoy, como reza el pretexto que nos reúne.
…en
el Perú de hoy.
Afiche: Hector Lavoe en La Feria del Hogar, 1986 (Lima-Perú)
Hoy se cumplen 25 años de su primera presentación.
Hoy se cumplen 25 años de su primera presentación.
No se trataba de una realidad exclusiva, al
contrario, se repetía en Nueva York, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Panamá y
tantos otros importantes lugares.
En Perú, como en el resto de países, de
pronto, empezó a llegar otra salsa que poco a poco fue capturando primero al
público femenino, el mismo que arrastró –a lo Eva con manzana en mano- a
varones en fila. La llamada salsa sensual irrumpió en la escena dura, captó el
interés y cambió el gusto del bailador con letra tan erótica como incitante.
Pero no todo fue malo. También mucha otra gente se enganchó gracias a que primero
oyó la sensualidad en salsa; no es necesario escudriñar tanto para reconocerlo.
Muchos, una vez atrapados, se dedicaron a buscar más allá… la raíz, la madre,
el gen, la esencia, quedando asilados en este palacio del sabor. Es pues este,
desde mi punto de vista, el inicio del cambio. Aunque no el único, pero sí el
principal.
Lo sensual se fue imponiendo porque tenía consumidores,
se volvía comercial. Así, muchos músicos, compositores e intérpretes decidieron
cambiar el ritmo por el canto estilizado, en ocasiones fabricado, acartonado,
sin inspiración, con un sabor distinto.
Un sensual que dejó huella imborrable fue Frankie
Ruiz, quizá el más importante en su género por su condición híbrida
musicalmente hablando, porque a pesar que sus letras pregonaban desnudos,
cobardías, ruedas, camioneros, curas y hasta su libertad, le imponía un estilo
que difícilmente se ha repetido en su vereda salsera. Estilo que impuso también
en Perú.
Frankie Ruiz, "El papá de la salsa".
Además, nuevas corrientes musicales, nueva
generación, desinterés de las radios comerciales, falta de eventos públicos,
menor inversión empresarial, menor poder adquisitivo de los salseros peruanos,
cierre de locales, desaparición de orquestas, migración de músicos e
intérpretes, cambio de oficios por otros más rentables, han hecho que la salsa
que nos gusta se escuche cada vez menos. Sin dejar de mirar, además, la
coyuntura social de las últimas tres décadas.
Estos y otros factores hicieron que, poco a
poco y sin darnos cuenta, el escenario cambie para nunca regresar. Sí, para
nunca regresar. Hoy en día, para escuchar la llamada salsa gorda, nos queda
recurrir a reuniones casi clandestinas, en las que aislados puñados de salseros
duros mantienen su inquebrantable gusto musical a tesón de titán, a punta de
Lavoe y Maelo, con palos de Kako y Puente, trompetas de Chocolate y Perico,
pianos de Bebo Valdés y los hermanos Palmieri, congas de Barreto y Mongo, sin
descuidar ese sabor y sentimiento que llegan con los recuerdos de ‘esa’, ‘la de
ayer’. Es así que se mantienen vigentes iniciativas como las Descargas y
Rumbas, que siguen convocando multitudes tras ese sonido del tambor que tanto
gusta, en los que no solo se escucha música de antaño sino también aquella que
hoy se produce pero con la misma esencia. Una breve mirada a la masiva
concurrencia nos hace reflexionar sobre el trillado son llamado ‘la salsa es
del barrio’. Si no lo fuera, cómo se explica este fenómeno? Lo curioso es que
eso es todo, después de estos y otros pocos esfuerzos no hay nada más. Se
cierra el telón y volvemos a nuestra realidad, no hay dónde más disfrutarla
fuera de nuestras cuatro paredes.
Descarga en el Barrio, de Omar Córdova.
De lejos vemos cómo las grandes orquestas,
grupos, cantantes y músicos pasean su arte por países vecinos, preguntándonos:
¿Por qué no vienen a Perú?, ¿por qué los empresarios no los traen?, ¿por qué no
hay conciertos gratuitos si la salsa es del pueblo? La respuesta es una sola. Porque
el empresario, como tal, busca ganar dinero y la salsa de ayer no es rentable.
Tan simple como eso. Por ello, los artistas que contratan deben atraer público,
deben ser comerciales. Porque ese es su negocio y no está mal que así sea.
Cualquiera de nosotros, haría lo mismo si invirtiera no pocos billetes.
Sin embargo, aun en estos tiempos hay una
fuerte trinchera que se quedó en el pasado y se aferra al concepto más puro:
‘la salsa es del barrio’. Y con esa bandera esperan inactivos que regresen los
conciertos gratuitos en cada esquina, ‘porque así era en los setentas y
ochentas’, sostienen. Al punto de tildar de elitista a quien no haga las cosas
gratis y pretenda no botar su dinero. Es esta, quizá, la principal voz acerca
de nuestra realidad y por qué no –al mismo tiempo- parte del problema.
En lo personal, a pesar que no hay casi
nada decente que disfrutar en este patio y cada vez menos artista bueno que nos
visite, la realidad me obliga a llevar la insignia de la clandestinidad, así
tenga que ser parte de grupos de cuatro, así seamos cada vez menos y más
aislados, así los festivales populares sean parte del recuerdo, así no compitamos
con un festi-algo de prestigio que nos ponga en la mira, así los artistas que
nos gustan no llenen estadios. Porque en este patio no se oye el eco del
tambor.
Callao, Perú.
En el Perú de hoy, la salsa de ayer no
suena como ayer. Me atrevo a decir que jamás volverá a sonar así, debemos
aceptarlo. Ya está en cada uno mantener el gusto. Está en cada uno vivir del
ayer, si lo desea, musicalmente hablando.
Perú,
la capital de la salsa?
No es suficiente que artistas de talla
vengan una vez al año al Festival del Callao. Tampoco que arriesgados nuevos
empresarios organicen eventos sin continuidad en el tiempo, debido al primer
balance negativo. Menos aun que gritemos a viva voz que lo somos.
Disculpe si esto le suena incómodo, pero
nosotros mismos nos hemos hecho daño esforzándonos en querer demostrar una
realidad que no existe cuando no se hace salsa peruana de calidad hace bastante
tiempo, cuando la asistencia es cada vez menor, cuando seguimos pidiendo
entradas de cortesía, cuando exigimos conciertos gratuitos, cuando no hay
locales de exclusiva difusión salsera, con músicos que no quieren ensayar, con
empresarios que pesetean al músico nacional, cuando las excepciones a lo
anterior son tan raras como vistas de reojo por quien sigue sentado criticando
que es culpa de otro cuando su inacción va de la mano con su envidia. “No critiques compañero, sin mirarte tu
primero”.
Disculpe si se siente aludido, disculpe si
no pasé franela. Y eso que solo me refiero a Lima y Callao, sin mirar otras
ciudades importantes del país, donde los grupos son más reducidos aun,
quijotescos también.
Desde hace varios años, internet ha sido el
mejor aliado para estar informados, para encontrar ese tema perdido, para mirar
por otras ventanas y darnos cuenta que sin él estaríamos peor aun. Sin páginas
especializadas, sin radios virtuales, sin descargas e información en línea, no
quiero imaginar qué estaríamos escuchando ahora.
No hay discusión que la inquebrantable afición
del salsero peruano mantendrá el género vivo, así sea solo en nuestros
corazones, porque la salsa es –sobre todo- un sentimiento, un estado de ánimo.
Liliana y Luis, de Perú Tropical Dance, poseídos por el ritmo.
Que buena reseña y muy duros comentarios pero ciertos "Desde hace varios años, internet ha sido el mejor aliado para estar informados, para encontrar ese tema perdido, para mirar por otras ventanas y darnos cuenta que sin él estaríamos peor aun. Sin páginas especializadas, sin radios virtuales, sin descargas e información en línea, no quiero imaginar qué estaríamos escuchando ahora." ME AFERRO A ESA TRINCHERA QUE ESPERA GOZAR COMO ANTAÑO LO HICIERON MIS VIEJOS,TIOS,CON ESA SALSA DURA LA SALSA ES DEL BARRIO!!! SALUDOS HUGO S.A.
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